Jay Abramovitch todavía piensa en el residente médico que le dijo que era demasiado joven para tener cáncer.
El Sr. Abramovitch tenía 36 años en ese momento. Sentía cierta incomodidad abdominal en las semanas previas a su cita con el residente, quien estaba haciendo prácticas en la consulta del médico de familia del Sr. Abramovitch. El dolor era manejable, como un caso agresivo de mariposas en el estómago antes de un gran examen. Pero también había una pequeña cantidad de sangre en sus heces, un síntoma que lo asustó.
El Sr. Abramovitch vio a su médico de familia después de reunirse con el residente despectivo, y su médico fue más receptivo a sus preocupaciones. Lo remitió para una colonoscopia, pero también le dijo que si estaba demasiado nervioso para esperar, podía ir al departamento de emergencias e intentar obtener un examen más rápido.
Así es como el Sr. Abramovitch terminó en la sala de emergencias de un pequeño hospital comunitario fuera de Ottawa el 16 de noviembre de 2020, aferrando una copia en papel de una tomografía computarizada con las palabras “posible malignidad” estampadas en letras negritas en la parte superior. Estaba solo. Su esposa, quien había sido expulsada al estacionamiento debido a los protocolos de COVID, no pudo abrazarlo hasta más tarde en el día, cuando una enfermera compasiva la llevó al hospital por una puerta trasera.
“Definitivamente me quedé en un poco de shock”, dijo el Sr. Abramovitch. “Podía sentir que mi estómago básicamente llegaba hasta mi garganta y la habitación empezaba a encogerse.”
Estaba atónito porque, aunque fue al departamento de emergencias con ansiedad sobre el cáncer en los rincones oscuros de su mente, la mayoría de él creía al residente médico. Seguramente, a los 36 años, era demasiado joven para tener cáncer.
Lo que el Sr. Abramovitch sabe ahora es que es parte de un aumento global en las tasas de cáncer entre personas menores de 50 años.