En Filipinas, hay una creciente aceptación de parejas LGBT que viven juntas abiertamente. Pero la Iglesia Católica Romana se opone vehementemente al matrimonio entre personas del mismo sexo. En Vietnam, al igual que en Tailandia, no hay obstáculos religiosos o ideológicos, pero hacer campaña para cambiar la ley, como sucedió en Tailandia, es difícil bajo un régimen represivo. Lo mismo ocurre en China. Hasta que el partido comunista en el poder respalde el matrimonio igualitario, lo cual no muestra señales de hacerlo, no podrá suceder. Incluso en democracias como Japón y Corea del Sur, donde los partidos políticos son en su mayoría conservadores y dominados por hombres mayores, las perspectivas se ven sombrías. “Son principalmente los cristianos conservadores quienes lo están bloqueando”, dice Chae-yoon Han, director ejecutivo de la Fundación Beyond the Rainbow en Corea del Sur. “La mayoría, si no todos, los políticos del partido conservador del presidente Yoon son cristianos devotos, y han enmarcado la igualdad de matrimonio como una ‘agenda de izquierda’, que podría abrir potencialmente la sociedad a una ‘toma de poder izquierdista, comunista'”. India parecía estar cerca de legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo en 2023, cuando la decisión recayó en su Tribunal Supremo, pero los jueces declinaron, diciendo que le correspondía al parlamento. Así que Tailandia espera beneficiarse de ser pionera. El turismo es una de las pocas áreas de la economía tailandesa que está funcionando bien en la recuperación pospandémica, y el país es visto como un destino seguro y acogedor para los turistas LGBT. Un número creciente de parejas del mismo sexo de otros países asiáticos están optando por vivir aquí ahora. El reconocimiento legal que pueden obtener para sus matrimonios les permitirá criar hijos y envejecer juntos con casi todos los derechos y protecciones otorgados a las parejas heterosexuales.