Esta ayuda es una asistencia tangible. Puede ser pesada, contada, cargada y finalmente distribuida. La gente puede ser alimentada y recibir medicamentos. Pero hay otro desafío cuyas demandas son inmensas, y que tendrá un impacto profundo en el futuro de Gaza.
La guerra ha creado números desconocidos de adultos y niños traumatizados. Hemos registrado algunas de sus historias pero somos conscientes de los miles de ellos que siguen sin contarse.
Niños han enfrentado sufrimiento agudo. Según una encuesta de los cuidadores de 504 niños, para la organización benéfica War Child de Reino Unido, el 96% de los niños sentían que la muerte era inminente.
Las entrevistas también encontraron que el 49% tenía deseos de morir. Frecuentemente nuestros periodistas han escuchado a jóvenes sobrevivientes decir que desearían unirse a una madre, padre o hermano fallecido.
Amr al Hindi, de diez años, fue el único sobreviviente de un ataque israelí al edificio donde vivía en Beit Lahia en octubre pasado. Nuestro colega en la zona filmó a Amr en el hospital justo después del ataque.
El suelo a su alrededor estaba cubierto de heridos. Una mujer estaba sentada con sangre manando de su oído. Cerca un hombre acababa de morir.
“¿Dónde está Sherif?” Amr preguntaba repetidamente. Una enfermera le dijo que Sherif estaba bien. “Te llevaré arriba a verlo.” Pero Sherif, su hermano, no sobrevivió. Tampoco lo hizo su otro hermano, Ali, ni su hermana Aseel, ni sus padres. Toda la familia había desaparecido.
Justo después de que se anunciara el acuerdo de alto al fuego volvimos a ver qué había sido de Amr al Hindi. Estaba viviendo con sus abuelos, y era evidente que lo amaban con cuidado y ternura.
Amr estaba sentado en el regazo de su abuelo y miraba directamente a la cámara. Estaba quieto y compuesto, como si estuviera mirando desde detrás de una pantalla protectora gruesa. Empezó a hablar de su hermano Ali y cómo había querido ir a Jordania para estudiar y ser doctor.
“Quiero ser como Ali. Quiero cumplir su sueño, y viajar a Jordania para ser doctor,” dijo. Pero sobre las últimas palabras comenzaron a caer lágrimas y rompió a llorar.
El abuelo de Amr lo besó en la mejilla; le dijo “cariño” y le dio palmaditas en el pecho.
En este momento se entiende que hay muchas guerras aquí.
Algunas que han pausado. Otras que, para los sobrevivientes, vivirán mucho en el futuro.