Para los camiones, no cree que haya mucha diferencia inmediata. El gran problema para los conductores de camiones, dice, es que todas las inspecciones se llevan a cabo en la frontera, desde el pesaje hasta los permisos y controles de carga, inspecciones sanitarias y ambientales, así como la búsqueda de migrantes ilegales. En otros países que ya están dentro de la zona Schengen, dichas inspecciones se realizan de manera más rápida y eficiente en áreas dedicadas en las autopistas, lejos de la frontera. Radu Dinescu culpa a los gobiernos sucesivos de Rumania por no lograr negociar nuevos acuerdos con los países vecinos, para aliviar la presión en las fronteras. Cita una regulación de la UE de 2008 que exige que el control del peso y dimensiones de los camiones se elimine en los cruces fronterizos entre estados miembros de la UE. Eso nunca se ha implementado en la frontera rumana con Hungría o en la frontera rumana con Bulgaria, debido a la competencia entre inspectores rivales. No se trata solo de comercio, sino también de inversión, dice el jefe de la Asociación de Transportistas por Carretera de Rumania. Cuando BMW intentaba elegir entre Hungría y Rumania como sede de una nueva fábrica de automóviles, la espera en la frontera entre Rumania y Hungría aumentó misteriosamente. BMW eligió posteriormente la ciudad húngara de Debrecen. Dacia Renault, el mayor fabricante de automóviles de Rumania, enfrenta constantes retrasos en la entrega de piezas a través de las fronteras de Schengen. “No quiero subestimar el valor de nuestras fronteras terrestres que se unen a Schengen, pero aún queda trabajo por hacer”, dice Dinescu. En Timisoara, Philip Cox, el mayor exportador de vinos de Rumania, Cramele Recas, es más optimista. “Cree que los controles en frontera tardarán un tiempo en desaparecer, pero sucederá, quizás en seis meses, porque es del interés de todos”. Y eso, según él, hará que sus vinos sean más competitivos en los mercados occidentales y septentrionales de Europa.