Durante casi medio siglo, la humilde cabaña de Kwok Hoi-yin en la frontera de Hong Kong con China continental estuvo rodeada de leguas de estanques y campos verdes, amortiguando los modernos rascacielos de la megaciudad de Shenzhen al norte. En los últimos años, su aldea ha menguado, erosionada por carreteras y puentes a medida que el gobierno reclama tierras para la infraestructura transfronteriza y su proyecto de Metrópoli del Norte, un ambicioso plan para urbanizar la zona fronteriza que ha seguido adelante a pesar de las preocupaciones de los lugareños y los ambientalistas. Luego, la vista desde su ventana es una pared de piedra gris, mientras un ejército de mosquitos emerge del agua estancada que queda bajo su cabaña.”Para ser educado estamos sacrificando por el bien mayor, pero para ser menos educado, nos han cortado, pieza por pieza,” dijo Kwok, de 69 años. Su aldea de 100 años, Ha Wan Tsuen, podría ser borrada por completo. En septiembre, el gobierno aprobó un plan para crear una enorme nueva zona tecnológica que eventualmente lo devorará. “Esperamos que no derriben nuestra aldea, ese es nuestro deseo más sincero pero también más imposible,” dijo Kwok, quien ha sido el jefe elegido de Ha Wan Tsuen durante una década. “Porque para nosotros es imposible resistir al gobierno, sería como una mantis religiosa tratando de detener un carro.”
