Moon anunció el nacimiento de su hijo a través de Instagram el viernes, sin mencionar al padre, describiendo el embarazo como “inesperado” y diciendo que había estado “completamente desprevenida por la noticia repentina”. Dos días después, la agencia de Jung, Artist Company, emitió un comunicado confirmando que “el bebé que Moon reveló en sus redes sociales es el hijo de Jung Woo-sung”. El comunicado también señaló que Jung y Moon estaban “discutiendo la mejor forma de criar al niño”. Desató indignación que rápidamente se extendió por todo el país, provocando una serie de artículos de opinión en tabloides, estimulando el debate en línea y recibiendo comentarios de políticos nacionales. En línea, la respuesta fue en gran medida crítica hacia Jung, cuya prolífica carrera cinematográfica lo ha convertido en un nombre conocido en Corea del Sur. Muchos comentaristas parecían creer que el actor había mancillado una imagen por lo demás intachable y pulcra, con algunos expresando decepción de que el ex embajador del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados “no pueda aceptar a su propio hijo”. “Jung Woo-sung está fingiendo ser un buen hombre diciendo que cumplirá con todos sus deberes… Un niño no crece solo con dinero”, escribió un comentarista en Naver News, el mayor sitio web de agregación de noticias de Corea del Sur. “No es un problema no casarse después de tener un hijo. Es que pretendió ser una persona ética hasta ahora”, escribió otro. Hablando con el medio de comunicación conservador JoongAng, un legislador anónimo del partido de derecha People Power Party describió la decisión de Jung de tener un hijo fuera del matrimonio como “algo impensable en este país de costumbres sociales”. “Sin importar cuánto cambien los tiempos, la tradición de Corea y el sentimiento público deben mantenerse (rectos)”, dijo el legislador. Una reciente encuesta social realizada por la agencia de estadísticas de Corea del Sur encontró que el 37% de las personas creían que era aceptable tener un hijo fuera del matrimonio, un aumento de casi el 15% desde 2012. De aquellos que dijeron que el matrimonio era necesario, más del 72% tenían más de 60 años, siendo los encuestados más jóvenes cada vez menos propensos a tener esa opinión.