El maior obstáculo para la paz es que los Emiratos Árabes Unidos apoyan un lado con armas y dinero mientras que Egipto y Arabia Saudita respaldan al otro. No hay perspectivas de paz mientras esto continúe. Para esos poderes árabes, Sudán es solo un elemento en sus cálculos geoestratégicos, clasificado por debajo de Israel-Palestina, Irán y las relaciones con Washington. Pero si hay un reajuste de las cartas políticas de Oriente Medio, una negociación sobre Sudán podría ser un subproducto, incluso una oportunidad para que Trump se bañe en el resplandor de un pacificador inesperado. No pondrá fin a la violencia, ni mucho menos iniciará la democracia, pero abriría el espacio para negociaciones serias. Un cálculo similar se aplica a Etiopía y sus relaciones conflictivas con una coalición liderada por Egipto que incluye a Eritrea y Somalia. Junto con una serie de líderes africanos, el primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, depende en gran medida de la generosidad de los Emiratos Árabes Unidos. Las tensiones en el Cuerno de África disminuirían si Egipto y los Emiratos Árabes Unidos alinearan sus estrategias.