A pesar de que la tasa de inflación en Argentina se enfría, los consumidores todavía se sienten ajustados.

BUENOS AIRES (Reuters) – La agenda de austeridad dramática del presidente argentino Javier Milei ha ayudado a disminuir la inflación, pero la desaceleración ha venido al costo del consumo en una economía golpeada donde más de la mitad del país ha caído en la pobreza.

El presidente libertario, cerca de un año en el cargo, ha celebrado la disminución de la inflación como uno de los logros clave de su gobierno, después de uno de los mayores ajustes en el gasto público en la historia reciente.

Los datos de la agencia de estadísticas de Argentina, INDEC, esperados para más tarde el martes, se espera que muestren que la inflación mes a mes cayó en octubre al 3.0%, frente al 4.2% en agosto y 3.5% en septiembre, según una encuesta de analistas de Reuters.

Las buenas noticias pueden ser difíciles de entender para los argentinos que han tenido que apretarse el cinturón para llegar al final del mes.

Los recortes de los subsidios a los servicios públicos por parte del gobierno han disparado los gastos, mientras que los despidos en el sector público han aumentado y la inflación anual – que se mantuvo en el triple dígito en un 209% en septiembre – ha contribuido a una profunda caída en el poder adquisitivo.

“Las ventas han estado cayendo mucho, quizás la gente viene más a comprar a diario, pequeñas cantidades, y se nota la diferencia”, dijo María Sunilda Correa, que trabaja en una carnicería.

Los consumidores están comprando menos carne de res en el país famoso por amar los filetes después de que Milei finalizara el congelamiento de precios de la carne del gobierno anterior. El consumo de carne de res cayó en los primeros seis meses del año a su nivel más bajo en 13 años, según un informe del grupo industrial Ciccra.

LEAR  Nuestros corazones están con las comunidades judías.

“El precio de la carne no ha subido estos meses porque hay muy poco consumo. A medida que el consumo disminuye, las ventas también disminuyen. Y bueno, es un poco complicado”, dijo Gabriel Segovia, un carnicero de 52 años en Buenos Aires.

(Reporte de Horacio Soria; Escrito por Lucila Sigal y Brendan O’Boyle; Edición por Christina Fincher)