El multimillonario de la tecnología y entusiasta de las criptomonedas, Elon Musk, también negó estar detrás de la criptomoneda después de que un ex empleado de una de sus empresas, SpaceX, lo sugiriera.
Lo que nos lleva a la pregunta: ¿realmente importa?
La actual valuación del mercado de las criptomonedas significa que vale más que Google. Y parece inconcebible que el gigante tecnológico desempeñara un papel tan importante en nuestras vidas sin que la gente supiera quién lo fundó y poseía una buena parte de la empresa.
Quizás hay una buena razón para que el verdadero Satoshi se mantenga callado. Esa reserva de bitcoins les haría valer aproximadamente $69 mil millones y su vida y carácter sin duda serían fuertemente escrutados si fueran descubiertos.
Peter Todd, quien fue nombrado por el documental de HBO como Satoshi, dijo que la atención no deseada que ha recibido lo ha hecho temer por su seguridad.
Muchos en el mundo de las criptomonedas disfrutan del hecho de que el misterio permanezca sin resolver.
“Nadie sabe quién es Satoshi y eso es algo bueno”, publicó Adam Back, uno de sus desarrolladores clave (y otro posible candidato a Satoshi), en X recientemente.
Natalie Brunell, una podcaster de Bitcoin, cree que el anonimato de Satoshi no solo es deliberado sino esencial.
“Al ocultar su verdadera identidad, Satoshi aseguró que Bitcoin no tendría un líder o una figura central, cuya agenda personal pudiera influir en el protocolo”, me dijo.
“Esto permite a las personas confiar en Bitcoin como un sistema, en lugar de depositar su confianza en un individuo o empresa”.
Carol Alexander, profesora de finanzas en la Universidad de Sussex – que da clases sobre la historia de Bitcoin – no está tan segura.
En su opinión, el circo en torno a quién es Satoshi Nakamoto distrae a las personas de investigar – y entender – la cuestión más seria de cómo las criptomonedas podrían trastornar la forma en que funciona la economía.
Al salir del Frontline Club, fue difícil procesar la extraña conferencia de prensa, más allá de un hecho obvio.
Por ahora – y quizás para siempre – la búsqueda de Satoshi continúa.