Cuba se sume en crisis debido a prolongados apagones de energía.

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El gobierno comunista de Cuba enfrenta su mayor desafío desde el colapso de la Unión Soviética en 1991, ya que días de apagones a nivel nacional paralizan una isla que ya sufre graves escaseces de alimentos, combustible y medicamentos.

La red eléctrica nacional ha colapsado cuatro veces en los últimos cuatro días, dejando a la mayor parte del país, incluida la capital La Habana, sin electricidad. Los residentes se vieron reducidos a llevar cubos de agua desde cisternas o pozos hasta sus hogares y hacer filas más largas de lo habitual para obtener pan y otras necesidades básicas.

Pequeñas protestas antigubernamentales estallaron durante el fin de semana alrededor de la isla, y el presidente Miguel Díaz-Canel apareció en televisión estatal vistiendo uniforme militar el domingo por la noche para advertir a los cubanos que no participen en “vandalismo”.

“No vamos a aceptar ni permitir que nadie actúe como vándalo y mucho menos que afecte la tranquilidad de nuestra gente”, dijo el presidente, que rara vez se ve con uniforme.

Las escuelas y todos los negocios no esenciales estaban cerrados el lunes, mientras las autoridades luchaban por restablecer la energía. Por la tarde, los medios de comunicación estatales dijeron que aproximadamente el 89 por ciento de los residentes en La Habana tenían electricidad y que lentamente estaba regresando a las zonas rurales.

Mientras las autoridades cubanas luchaban por reconectar la obsoleta red eléctrica del país el domingo, un huracán de categoría uno se abalanzó sobre el este de la isla, arrojando fuertes lluvias y azotando la zona con vientos.

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La crisis energética llega en un momento peligroso para Cuba, que lucha por proveer a su población de necesidades vitales como alimentos, agua y recolección de basura, y ha sido afectada por la escasa demanda turística y severas sanciones de Estados Unidos.

“El gobierno cubano y el Partido Comunista enfrentan la peor crisis desde el colapso de la Unión Soviética, tanto económicamente como políticamente”, dijo Bill LeoGrande, especialista en Cuba de la American University en Washington. “El gobierno está quebrado, no tiene el dinero para importar suficientes alimentos o combustible”.

Los cubanos están acostumbrados a los cortes de energía, pero el problema se ha vuelto cada vez más agudo, con apagones de cuatro horas siendo una característica regular de la vida en La Habana, mientras que en el campo a menudo duran más de 12 horas al día.

En un discurso a la nación la semana pasada, el Primer Ministro Manuel Marrero dijo que el país ya no podía permitirse comprar suficiente combustible en el mercado internacional para generar la energía que necesita.

Los suministros de los aliados internacionales de Cuba no compensan la escasez. Venezuela ha reducido considerablemente los envíos de petróleo a Cuba en los últimos años, y aunque Rusia ha aumentado las entregas de crudo, no son suficientes para abastecer a la isla. China está instalando paneles solares en la isla, pero se trata de un proyecto a largo plazo.

Mientras tanto, el gobierno no ha logrado mantener las centrales eléctricas de la era soviética y no ha implementado completamente las reformas prometidas orientadas al mercado que podrían ayudar en la transición hacia una economía más abierta.

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El embargo de Estados Unidos también está provocando escasez de combustible. La administración Biden ha mantenido las sanciones de la era Trump de “máxima presión”, las cuales los economistas dicen que impiden que fluyan miles de millones de dólares al erario público.

El embargo reforzado de Estados Unidos ha privado al estado cubano “de la capacidad de hacer muchas cosas, incluida la importación de repuestos y combustible para la producción de electricidad”, dijo Fulton Armstrong, ex oficial de inteligencia nacional de Estados Unidos para América Latina.

Los analistas dicen que para asegurar un suministro de energía más sostenible, Cuba debe reemplazar sus centrales eléctricas de la era soviética, la mayoría de las cuales tienen casi medio siglo de antigüedad.

“La solución es una reforma radical e inversión externa”, dijo Ricardo Torres, investigador del Centro de Estudios Latinoamericanos y Latinos de la American University.

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