Algunas partes del sistema de defensa aérea funcionan bien. Aquí en el norte de Israel escuchamos explosiones a intervalos regulares mientras la cúpula de hierro intercepta misiles que Hezbolá dispara desde el sur del Líbano. Israel dice que golpea más del 90% de sus objetivos.
Pero la Cúpula de Hierro funciona porque los misiles de Hezbolá son simples – y es posible calcular hacia dónde irán sus misiles al despegar y luego interceptarlos.
Detener drones es más complicado. Y se ha convertido en un problema recurrente en esta guerra.
En julio un dron lanzado por los hutíes de Yemen llegó a Tel Aviv. A principios de octubre, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) dijeron que un dron lanzado desde Iraq mató a dos soldados en los Altos del Golán. Justo la semana pasada otro dron golpeó una residencia de ancianos en el centro de Israel.
“La mayoría, si no todos, de los drones son fabricados por los iraníes y luego suministrados a los grupos armados en Líbano, Iraq y Yemen”, dijo el Dr. Yehoshua Kalisky, investigador principal del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional en Tel Aviv, a la BBC.
Los drones tienen una pequeña firma de radar y pueden volar a bajas altitudes lo que dificulta su detección temprana. Incluso ocasionalmente pueden ser confundidos con pájaros.
“También son difíciles de interceptar con aviones porque los UAV’s (drones) vuelan lentamente”, explicó el Dr. Kalisky. “Van a unos 200 km/h (124 mph) en comparación con los 900 km/h (559 mph) de un avión a reacción”.