En las últimas 24 horas, dos soldados han sido llevados muertos al hospital. Lo que vemos en la unidad de campo apunta a la ferocidad de la batalla por Pokrovsk, un importante centro de transporte. El enlace ferroviario que pasa por aquí se usaba regularmente para evacuar civiles de ciudades en la línea del frente a partes más seguras de Ucrania, y para mover suministros para el ejército. Ucrania sabe lo que está en juego aquí.
La amenaza de los drones rusos está siempre presente: uno planea justo afuera de la unidad médica mientras estamos allí. Esto hace que las evacuaciones desde la línea del frente sean extremadamente difíciles. Las ventanas del edificio están cubiertas para que los drones no puedan mirar adentro, pero en cuanto alguien sale por la puerta, corre el riesgo de ser golpeado. Los drones también representan una amenaza para los ciudadanos restantes de Pokrovsk.
“Constantemente escuchamos cómo zumban, se detienen y miran dentro de las ventanas,” dice Viktoriia Vasylevska, de 50 años, una de las residentes que quedan. Pero incluso ella ha acordado ser evacuada de su casa, en el extremo este particularmente peligroso de la ciudad. Está sorprendida por lo rápido que se ha movido el frente hacia el oeste hacia Pokrovsk.
“Todo sucedió tan rápido. Quién sabe qué pasará aquí luego. Estoy perdiendo los nervios. Tengo ataques de pánico. Temo las noches.” Viktoriia dice que apenas tiene dinero y tendrá que empezar su vida de cero en otro lugar, pero es demasiado aterrador quedarse aquí ahora.
“Quiero que la guerra termine. Debería haber negociaciones. De todas formas, ya no queda nada en las tierras tomadas por Rusia. Todo está destruido y toda la gente ha huido,” dice.