Suiza está a punto de hacer un nuevo esfuerzo por mejorar su relación fracturada con la Unión Europea, y el plan está bajo presión antes de que siquiera comience. El gobierno ni siquiera había anunciado que quería reiniciar las conversaciones formales con su socio comercial más grande cuando comenzaron las críticas. Los sindicatos expresaron su preocupación por los estándares de los trabajadores, y el partido de extrema derecha SVP, el más grande en el parlamento, renovó su enojo por la alta inmigración y realizó acusaciones de que el gobierno estaba traicionando al país. El objetivo de las conversaciones es reempaquetar lo que actualmente es una gran cantidad de acuerdos bilaterales, que cubren desde el acceso al mercado único del bloque hasta la libertad de movimiento y la regulación financiera, en un acuerdo más simplificado.
Switzerland walked away from a potential accord two years ago, shaking crucial political and economic ties and frustrating the bloc. It was a bold step by the Swiss given that the EU buys half its exports and goods trade amounts to more than 300 billion euros ($325 billion) a year.
Si bien los acuerdos actuales funcionan en general, la UE no está contenta con el enfoque dispar. Y esta vez, los suizos pueden no tener la ventaja de una medida tan dramática.
En un mundo geográfico cada vez más fracturado y tenso, donde prevalecen los intereses nacionales, Suiza necesita mostrar buena voluntad. De lo contrario, corre el riesgo de quedar cada vez más aislada por su vecino más grande y no puede depender de la UE en tiempos de problemas.
Las tensiones ya están teniendo un impacto real en el mundo. Han afectado a la bolsa de valores y a las acciones suizas, que están prohibidas en la UE desde 2019. Las empresas de energía dicen que amenazan la seguridad energética, y los científicos de Suiza no pueden acceder a la financiación para investigaciones en el programa Horizon de la UE.
El debate sobre las relaciones de Suiza con la UE recuerda al debate sobre el Brexit que ha dominado la política del Reino Unido durante años. Presenta un lenguaje emocional y advertencias ominosas de que un nuevo acuerdo llevará a la inmigración descontrolada y convertirá a Suiza en un estado vasallo de la UE. Tales preocupaciones también se han manifestado en diversas formas en toda Europa, más recientemente en la victoria de Geert Wilders en las elecciones holandesas.