Un solo error le costó a Rafael Benítez el trabajo de sus sueños
Benítez se sintió traicionado por el pueblo y la prensa, que no entendieron su inocente respuesta en 2015, cuando se le preguntó si consideraba a Cristiano Ronaldo el mejor jugador del mundo. El puso a Ronaldo y Lionel Messi al mismo nivel y, aunque su intención no era dañina, su declaración fastidió al portugués.
Como periodista deportivo, encuentro muchas lecciones en esta historia. Las preguntas más simples y aparentemente inofensivas pueden ser trampas. Si eres el entrenador de un equipo prestigioso, cuidador de luminarias del juego, lo que pienses o sientas es irrelevante. Por el bien de la armonía y tu propia viabilidad laboral, siempre debes elogiar a tus jugadores.
Luis Enrique tomó un camino diferente. No dudó en declarar que Kylian Mbappé debía mejorar su desempeño, incluso siendo un jugador excepcional, y todavía logró el apoyo de su estrella, algo que Rafael Benítez no pudo.
Paris St.-Germain ha lidiado con una ecuación similar desde hace mucho tiempo, teniendo a estrellas como Neymar, Messi y a Mbappé, quien, a pesar de haber aceptado públicamente las críticas de Enrique, todavía sentía cierta incomodidad. El sistema puede ser el centro del universo, pero las estrellas ejercen su propia atracción gravitacional.
En la misma línea se encuentra el inaudito aumento de André Onana y gradual relegación de David de Gea, uno de los jugadores más destacados de su tiempo durante su estancia en el Manchester United: tal vez pagarse demasiado o el siempre caprichoso mercado del juego lo ven desfavorablemente. Mientras tanto, Onana ha enfrentado múltiples desafíos desde que se unió al United. Sea lo que sea, estos dos porteros nos sirven como ejemplo de la efímera moda que dominan el fútbol de cada día.