Estudio de atribución dice que la sequía en Siria, Irán e Irak se agrava “extremadamente” por el calentamiento global.




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Sequía Histórica Afecta Oriente Medio

Científicos aseguran que el cambio climático causado por el ser humano está impulsando una sequía extrema en curso en Irán, Irak y Siria, regiones que forman lo que es conocido como el Creciente Fértel y que en su mayoría son consideradas cunas de la civilización.

Los científicos señalaron que años de conflictos e inestabilidad política, junto con los desafíos de la rápida urbanización en la región, han limitado la capacidad de las comunidades locales para hacer frente a la sequía, transformándola en una crisis humanitaria.

En los últimos tres años, la sequía, la segunda peor registrada, ha mermado los cultivos de trigo y ha generado tensiones entre los países y comunidades vecinas por el acceso a suministros de agua cada vez más escasos. Además, ha desplazado a decenas de miles de personas y ha empujado a millones hacia el hambre.

La crisis es evidencia de cómo el calentamiento global causado por la quema de combustibles fósiles puede actuar como un multiplicador de amenazas,” según Rana El Hajj, asesora técnica del Centro Climático de la Cruz Roja y la Media Luna Roja en Líbano, y una de los 10 autores del estudio. Este fue realizado por la iniciativa World Weather Attribution, una colaboración científica internacional que se especializa en el análisis rápido de eventos climáticos extremos.

La sequía, añadió, “es solo una indicación de una realidad que podría afectar a grupos vulnerables en todo el mundo a medida que los desafíos inducidos por el ser humano, incluida la degradación ambiental y el conflicto, pueden potenciar el incremento del cambio climático para producir impactos sin precedentes.”

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Los investigadores estudiaron los efectos del cambio climático en las precipitaciones baja y las altas temperaturas experimentadas en el Creciente Fértel, la región alrededor de los ríos Éufrates y Tigris, y en Irán, entre julio de 2020 y junio de 2023. Aunque el estudio no fue revisado por colegas, los hallazgos se basan en métodos estandarizados que lo han sido.

Los investigadores encontraron que el calentamiento causado por la quema de combustibles fósiles no afectó significativamente las precipitaciones, pero hizo que las altas temperaturas, que continúan asolando la región, sean 16 veces más probables en Irán y 25 veces más probables en Irak y Siria.

Estas altas temperaturas hubieran sido “prácticamente imposibles de no ser por el cambio climático”, según Ben Clarke, uno de los autores del estudio e investigador del Instituto de Investigación Grantham sobre Cambio Climático y Medio Ambiente en el Imperial College de Londres.

Las altas temperaturas causan condiciones áridas porque aumentan la evapotranspiración, o cuanto agua se evapora del suelo, cuerpos de agua y plantas. Combinado con la falta de lluvias, es lo que los expertos llaman una “sequía agrícola”.

En un mundo hipotético donde los humanos no hubieran liberado grandes cantidades de gases de efecto invernadero en la atmósfera, las condiciones climáticas en la región analizada por el estudio serían mucho menos severas que ni siquiera se considerarían una sequía, según los investigadores.

“Una cosa está muy, muy clara, sin embargo, y es que esto ya está rozando los límites a los que algunas personas pueden adaptarse”, según Friederike Otto, una de los autores del estudio y conferenciante en ciencia climática en el Instituto de Investigación Grantham. “Mientras sigamos quemando combustibles fósiles o incluso emitiendo nuevas licencias para explorar nuevos campos de petróleo y gas, este tipo de eventos solo empeorarán”.

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El Medio Oriente es una de las regiones más vulnerables a los efectos del cambio climático. Ha sufrido casi una sequía continua desde 1998, aunque las lluvias en 2020 trajeron algo de alivio. Aún así, gran parte de su población depende de la lluvia para cultivar trigo y proporcionar agua potable al ganado.

Los efectos del cambio climático se han visto agravados no solo por la inestabilidad política, sino también por la débil gestión de las fuentes de agua y la dependencia de técnicas de riego derrochadoras en toda la región. Una población creciente con mayores necesidades de agua, así como la rápida urbanización, están aumentando la presión sobre la infraestructura hídrica insuficiente de la región.

En Irak, el 61 por ciento de los hogares enfrentó escasez de agua, según una encuesta publicada el año pasado y realizada por el Consejo Noruego para Refugiados. Una quinta parte de los encuestados dijo que se habían quedado sin agua por completo.

Irán, el mayor productor de trigo de la regió, se vio obligado a aumentar sus importaciones después de que la sequía provocó grandes fallos en los cultivos el año pasado. Los precios de los alimentos se dispararon en el país incluso cuando la guerra en Ucrania ya había avivado la inflación alimentaria en todo el mundo.

En Siria, una guerra de 11 años y un colapso económico, combinados con la sequía, llevaron a 12 millones de personas a la extrema pobreza, según el Comité Internacional de Rescate. La concentración de comunidades alrededor de las pocas fuentes de agua que quedan también generó brotes de cólera.

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Es poco probable que el clima traiga algún alivio. La sequía extrema ya no es un evento raro en un mundo que es 1,2 grados Celsius más cálido que en tiempos preindustriales. Ahora se espera que ocurra al menos cada década en la cuenca del río Éufrates y al menos dos veces al año en Irán.

Las condiciones secas actuales se espera que continúen, según Mohammad Rahimi, profesor de climatología en la Universidad de Semnan de Irán y otro de los autores del estudio. También indicó que las proyecciones del futuro, indican que “Siria, Irak e Irán se convertirán en lugares aún más hostiles para vivir”.