Los depósitos destinados a almacenar ayuda se han convertido en refugios para los gazatíes desplazados; gazatíes desesperados saquean los almacenes que quedan y sacan alimentos de los camiones.
Los civiles gazatíes que toman los suministros “están desesperados y enojados y necesitan comida”, dijo la doctora Guillemette Thomas, coordinadora médica en Jerusalén de Médicos Sin Fronteras, repitiendo advertencias de funcionarios de la ONU que dicen que se necesita un flujo de ayuda más grande y sostenido.
Funcionarios israelíes, que insisten en que hay suficiente comida y agua para los civiles en Gaza, han culpado a las Naciones Unidas, diciendo que debería encontrar más personal, extender las horas de trabajo y desplegar más camiones para distribuir la ayuda. Los funcionarios dicen que el ejército coordina con grupos de ayuda para organizar un paso seguro para los convoyes, y anuncia pausas diarias en los combates para que los gazatíes recojan ayuda.
Bajo presión de Estados Unidos, Israel reabrió un segundo cruce a Gaza, Kerem Shalom, a mediados de diciembre, permitiendo el paso de camiones de ayuda.
El coronel Moshe Tetro, jefe de la administración del gobierno israelí que se comunica con Gaza, dijo a los reporteros en el cruce de Kerem Shalom el miércoles que Israel había hecho su parte al aumentar su capacidad para inspeccionar la ayuda.
“El cuello de botella, a mi modo de ver, es la capacidad de las organizaciones internacionales dentro de Gaza para recibir esta ayuda”, dijo. Agregó: “Estoy seguro de que cuando veamos que el otro lado es más efectivo, veremos más movimiento”.
Cuando Kerem Shalom reabrió, Israel se comprometió a permitir el ingreso de 200 camiones al día. Sin embargo, casi un mes después, el total que entra en Gaza cada día no alcanza ese objetivo: Gaza ha recibido un promedio de 129 camiones cargados con alimentos, agua y suministros médicos cada día durante la última semana, según cifras de la ONU. Eso incluye 193 camiones el miércoles, el convoy más grande desde que Kerem Shalom reabrió.