No es una salida que nadie hubiera esperado. Justin Trudeau terminará sus últimos días como primer ministro de Canadá con el país envuelto en una crisis económica si el presidente Trump sigue adelante con su plan del martes de imponer aranceles del 25 por ciento a las exportaciones canadienses.
Si bien los funcionarios canadienses pasaron la mayor parte de la semana pasada en Washington tratando de frenar los aranceles del presidente, que también se aplicarán a México, esos esfuerzos hasta ahora han sido infructuosos. Si los aranceles entran en vigencia, Canadá está preparada para retaliar, desencadenando una guerra comercial.
El Sr. Trump ha ofrecido varias razones para los aranceles, que se suponía entrarían en vigencia a principios de febrero pero fueron suspendidos por 30 días. Él dice que Estados Unidos ha sido desestabilizado por grandes cantidades de migrantes no autorizados, así como grandes cantidades de fentanilo, cruzando la frontera desde Canadá y México. Las estadísticas del gobierno de EE. UU. no respaldan ninguna de las afirmaciones.
El Sr. Trump también ha afirmado que los estadounidenses “subvencionan a Canadá” proporcionando cientos de miles de millones de dólares al año, aunque no ha proporcionado evidencia alguna, y ha instado a las empresas a trasladar sus plantas de Canadá a Estados Unidos. El Sr. Trump se ha quejado del superávit comercial de Canadá con Estados Unidos, que se debe principalmente a las exportaciones de petróleo y gas y ascendió a $63 mil millones el año pasado.
Sea cual sea la razón, hay un amplio consenso en Canadá de que los aranceles infligirían un gran daño a la economía del país, que depende de las exportaciones, así como de industrias que están estrechamente integradas en el mercado estadounidense.
Jean Simard, presidente de la Asociación del Aluminio de Canadá, recordó el efecto de un arancel del 10 por ciento impuesto por EE. UU. a las exportaciones de aluminio canadiense durante la primera administración de Trump.
“Los aranceles del 10 por ciento años atrás fueron altamente disruptivos”, dijo el Sr. Simard. “Los aranceles del 25 por ciento serán altamente destructivos.”
Respuesta en la Frontera
Tan solo 19 kilogramos de fentanilo fueron interceptados el año pasado en la frontera entre Canadá y EE. UU., en comparación con casi 9,600 kilogramos en la frontera con México, según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE. UU. Y una investigación del Globe and Mail, un periódico en Toronto, encontró que la cifra canadiense estaba inflada por la inclusión de decomisos que no estaban relacionados con la frontera.
Las autoridades de EE. UU. arrestaron el año pasado aproximadamente a 24,000 personas cruzando ilegalmente desde Canadá a Estados Unidos, en comparación con más de dos millones de personas que fueron detenidas en la frontera sur.
A pesar de esto, el gobierno de Trudeau actuó rápidamente para aplacar la preocupación de Trump sobre ambos temas invirtiendo 1.3 mil millones de dólares canadienses (unos $900 millones) en una serie de medidas para fortificar la frontera.
Estas incluyeron el nombramiento de un “czar del fentanilo”, proporcionando a la Real Policía Montada de Canadá dos helicópteros Black Hawk para monitorear los 8,891 kilómetros de frontera, asignando un gran número de sus agentes al patrullaje fronterizo y la compra de una variedad de dispositivos de vigilancia electrónica, incluyendo drones.
El aumento de la seguridad fronteriza ha llevado a la detención de un pequeño número de personas que entran a Canadá desde Estados Unidos.
Aunque Trump dijo la semana pasada que había visto mejoras en ambas fronteras en cuanto a la migración, agregó que no estaba satisfecho con cómo Canadá y México manejaban el contrabando de fentanilo.
Aunque Trump insiste en que los exportadores canadienses pagarán el costo de los aranceles, los gravámenes tendrían que ser pagados por los importadores estadounidenses. No está claro si podrían recuperar el costo de las empresas canadienses.
El resultado, casi todos los economistas están de acuerdo, sería inflación y perturbaciones en el suministro en Estados Unidos, mientras que las industrias canadienses podrían enfrentar despidos a gran escala.
El Sr. Simard dijo que solo la amenaza de los aranceles ya había aumentado significativamente el costo del aluminio en América del Norte. Si los aranceles entran en vigencia, estima que los aumentos resultantes en el precio del aluminio agregarán alrededor de $3,000 al costo de fabricar una camioneta Ford F-150.
El comercio automotriz entre los dos países es aproximadamente equivalente, y muchas piezas de automóviles cruzan la frontera varias veces antes de terminar en un vehículo ensamblado.
Debido a que el 25 por ciento es mucho más alto que los márgenes de ganancia en automóviles y camiones, así como en las piezas utilizadas para fabricarlos, los ejecutivos de la industria predicen que los fabricantes de piezas pronto dejarían de enviar y las fábricas cerrarían rápidamente en los tres países, lo que resultaría en miles de despidos.
“Un arancel del 25 por ciento a través de la frontera México y Canadá creará un agujero en la industria de EE. UU. como nunca hemos visto antes”, dijo el director ejecutivo de Ford Motor Company, Jim Farley, el mes pasado.
Los agricultores estadounidenses también enfrentarían precios más altos de potasa, un fertilizante vital. Aproximadamente el 80 por ciento de la potasa en Estados Unidos proviene de Canadá debido a las reservas limitadas en EE. UU.
No hay opciones deseables
Trump ha sugerido repetidamente que la manera más fácil para que Canadá evite los aranceles es convertirse en el 51º estado de EE. UU. Su llamado a la anexión de Canadá, así como su repetida denigración de ella como una nación viable, ha enfurecido a muchos canadienses. Esto ha llevado a llamados a boicotear productos estadounidenses, ha provocado que los canadienses cancelen vacaciones en EE. UU. y ha avivado el afecto por la bandera de la hoja de arce.
Trudeau ha prometido que Canadá está preparado para responder con aranceles a las importaciones de EE. UU. Inicialmente se dirigiría a productos por valor de 30 mil millones de dólares canadienses, incluido el bourbon de Kentucky, de estados republicanos cuyos funcionarios electos podrían influir en Trump.
Ha habido propuestas para cortar los envíos de petróleo, gas y electricidad a Estados Unidos o imponer altos impuestos a la exportación de esos productos.
Aunque los aranceles son una clara violación del acuerdo de libre comercio entre Canadá, México y Estados Unidos que Trump renegoció durante su primera administración, utilizar su sistema de solución de controversias para anular los gravámenes podría llevar años. Tampoco está claro si Trump aceptaría cualquier fallo en contra de Estados Unidos.
Aún por venir
Canadá también se enfrenta a un arancel global del 25 por ciento que Trump ha prometido aplicar al acero y al aluminio. Canadá es el mayor proveedor extranjero de ambos materiales a Estados Unidos, y Trump ha sugerido que esos aranceles se sumarán al 25 por ciento que prometió que vendría el martes.
También ha hablado de crear aranceles específicos contra automóviles y cobre.
Y el mes próximo, Trump planea introducir un sistema de aranceles basado en reciprocidad a nivel mundial. Establecería aranceles basados en las políticas de otros países que afectan el comercio con Estados Unidos, como aranceles, impuestos y subsidios. Estos eran los términos de la relación comercial entre Canadá y Estados Unidos en los siglos XIX y XX.
El efecto potencial en Canadá no está claro. Debido al acuerdo de libre comercio entre los tres países, Canadá cobra relativamente pocos aranceles a productos estadounidenses, por lo que los aranceles recíprocos de Washington también serían limitados. Los aranceles que Canadá impone son principalmente sobre productos lácteos, avícolas y huevos.