La relación entre Donald Trump y Volodymyr Zelensky era bastante mala antes de la discusión en la Oficina Oval. El presidente Trump ya lo había llamado dictador y dijo que Ucrania comenzó la guerra, lo cual es una mentira. Ahora la alianza entre Estados Unidos y Ucrania, fomentada por Joe Biden, está hecha pedazos. La ruptura pública también señala una importante crisis que se avecina entre los miembros europeos de la OTAN y Estados Unidos. Habrá muchas dudas y preguntas sobre el compromiso de Estados Unidos con la seguridad europea fuera de Ucrania. Las mayores preocupaciones se basan en lo que parece ser la determinación de Trump de restaurar una sólida relación con el presidente ruso Vladimir Putin. Ha ejercido una fuerte presión sobre Ucrania mientras ofrece grandes concesiones a Putin, las cuales tendrían que ser hechas por los ucranianos. La seguridad de Ucrania está en un segundo plano y los europeos también están preocupados. El rechazo del presidente Zelensky a hacer esas concesiones ha enfurecido a Trump. No se trata solo del acuerdo de minerales que se negó a firmar. Los ucranianos creen que están en una guerra por la supervivencia nacional y que Putin rompería cualquier promesa de poner fin a la guerra si no se le detiene. Por eso Zelensky pidió repetidamente garantías de seguridad estadounidenses. La reunión se convirtió en una discusión después de una intervención del vicepresidente JD Vance. Ahora hay sospechas de que la pelea pública fue, en palabras de un observador diplomático, un atraco político planeado: ya sea para obligar a Zelensky a hacer lo que Estados Unidos quiere, o para precipitar una crisis que les permita culparlo por lo que suceda a continuación. Si Trump sigue la ruptura de las conversaciones con un congelamiento de la ayuda militar, Ucrania luchará. Las preguntas son cuán eficazmente y por cuánto tiempo. La presión se intensificará sobre sus aliados europeos para asumir la carga.
